Dónde y cómo se lleva a cabo la hibernación
La hibernación puede tener lugar en el exterior (por ejemplo, en un pequeño estanque en el jardín o en una pequeña terraza) o bien en el interior, en un local no caldeado, dentro de un contenedor con agua o con un sustrato húmedo.
En el caso de las tortugas norteamericanas y europeas adultas y subadultas, que tengan buena salud y que vivan al aire libre, se reducirá la alimentación con la llegada del otoño; los animales entrarán así, espontáneamente, en letargo, disminuyendo la actividad y pasando gran parte del día, en los períodos más fríos, en el centro del estanque, en el barro, donde el agua tiene más profundidad y no hiela (profundidades superiores a los 60cm.).
Si se tienen tortugas hibernando al aire libre, hay que acordarse de supervisar todos los días la superficie del estanque durante los períodos más fríos, y romperla cuando hiele: en cambio, es totalmente desaconsejado descongelar la superficie con agua hirviendo, porque se podrían crear zonas tibias que las tortugas ocuparían enseguida, lo cual podría provocarles afecciones respiratorias.
Durante el invierno, en los días menos fríos, la tortuga podría moverse y colocarse en zonas secas a tomar el sol. En cualquier caso hay que evitar alimentarla, ya que se le podrían provocar enfermedades gastrointestinales vinculadas a la falta de digestión, a la fermentación y a la liberación de enterotoxinas que podrían causar la muerte al animal.
Para las tortugas que viven en acuaterrario caldeado, en el interior, se reducirán en cambio de forma gradual la temperatura, las horas de luz y el alimento suministrado, hasta eliminarlo por completo. Antes del inicio de la hibernación en sí, las tortugas tendrán que ayunar durante 2-4 semanas (en función de las dimensiones del reptil, el período será más largo en las de gran tamaño), para tener más tiempo de vaciar el estómago y el intestino y evitar así peligrosas fermentaciones en la cavidad intestinal, que podrían causar patologías graves, incluso mortales.
En esta etapa cualquier tortuga (de las especies que necesiten hibernar) tendrá que ser colocada en un contenedor de plástico, un poco más grande que el animal, con una capa de agua que le permita sacar a la superficie los orificios nasales simplemente alargando el cuello. Estos recipientes tendrán que ser situados (incluso uno sobre otro si se les dejan aberturas en la parte superior de los laterales) en un local frío (por ejemplo, el garaje, un hueco bajo una escalera, la bodega o un sótano) en el que no haya ratones ni ratas (ya que estos podrían "asediar" al animal durante su período de vida latente invernal) a temperaturas medias comprendidas entre los 5 y los 10º C durante un período de 2-4 meses.
En épocas más frías se podrán aislar los contenedores con placas de poliestireno o colocarlos en cajas abiertas (sin tapa), también de poliestireno, que se pueden adquirir en los comercios de acuariología, las pastelerías y las heladerías. Una vez al mes habrá que examinar y pesar a los animales (normalmente pierden el 1-1.5% del peso corporal por cada mes de letargo), eliminar de la coraza la capa de algas y bacterias con un cepillito suave, agua, jabón de pastilla y, por tanto, cambiar el agua del contenedor, que tendrá que tener la misma temperatura que tenía antes. Pasadas siete u ocho semanas se podrá devolver a las tortugas a ambientes más cálidos, trasladarlas luego a sus acuaterrarios y, unos días más tarde, darles comida (inicialmente alimentos ligeros pero particularmente apetitosos), a una temperatura de 22-24º C.En vista de la importancia fundamental de la temperatura durante el letargo, resulta claro que es indispensable la presencia de un termómetro de mínimas y máximas en el local en el que los animales pasarán la estación más fría.
Un propietario puede preferir no hibernar a las tortugas jóvenes durante sus primeros dos inviernos, manteniéndolas en cambio bien abrigadas y atendiendo a sus necesidades como de acostumbre, con una temperatura de 24-28º C. Las tortugas jóvenes suelen ser demasiado delicadas para el estrés de un sueño invernal y pueden no sobrevivir ni siquiera en situaciones razonablemente controladas. Se ha sugerido que la tasa de mortalidad en las tortugas durante sus primeros dos años de vida es del 85%. Como no se las puede reproducir durante este período conviene tenerlas bien abrigadas y activas hasta que sus organismos adquieran la resistencia necesaria para soportar los rigores de la hibernación.
Éstas son dos maneras de preparar la hibernación artificial (para los países cálidos). Hay que seguir los pasos para vaciar su aparato digestivo y también la reducción de temperatura, luz, etc. La primera es la más parecida a la de su entorno natural, pero resulta más complicada para el propietario. Implica llenar un gran recipiente con agua y poner después en el mismo recipiente un sustrato de barro esterilizado de un espesor de 15-20 cm. Los recipientes más adecuados son grandes abrevaderos de plástico para caballos (200 litros), porque en ellos puede ponerse a hibernar a un buen número de ejemplares simultáneamente. O bien, si prefieres, puedes usar una serie de cajas (como las antes mencionadas). Esto puede convenir cuando se trata de especies más pequeñas y permiten la libertad de hibernar a cada ejemplar individualmente. La razón del barro es obvia (las tortugas acuáticas se enterrarán en él del mismo modo que lo harían en la naturaleza). Sin embargo es un sistema algo sucio, y puede resultar difícil para el aficionado, pero da a las tortugas una fuerte sensación de estar en su ambiente, lo que es especialmente importante si sus ejemplares han sido criados al aire libre (antes de su compra).
La segunda técnica es algo más sencillo y requiere el uso, nuevamente, de un gran recipiente para varios ejemplares o de recipientes más pequeños para parejas o ejemplares únicos. En este caso pondrá una delgada capa (de unos 2,5 cm.) de tierra para macetas, esterilizada, en el suelo del recipiente, encima pondrá las tortugas y finalmente cubrirá todo con una mezcla bien suelta de heno, musgo y tal vez algo más de tierra (con la certeza de que están libres de animales y parásitos), hasta que las tortugas queden a oscuras. Esto imita el modo de hibernar en tierra de algunas tortugas, y aunque se trata de una técnica reservada generalmente para las tortugas terrestres, también sirve para algunas tortugas acuáticas. Es un método bastante fácil para el aficionado medio y permite un mayor control de las tortugas durante el período de hibernación.
Una vez que se haya puesto las tortugas en su "hibernación" artificial, tiene que proporcionarles la temperatura adecuada (ya indicada anteriormente).
En algunos casos, en países donde es difícil conseguir la temperatura ideal para la hibernación, se tendrá que recurrir a sistemas de refrigeración algo costosos, pero que permiten una hibernación segura.
En todos los casos deberemos de cerciorarnos que el agua contenga oxígeno (donde se utilice agua), pues algunas especies de tortugas pueden absorber oxígeno a través de sus colas, conforme la temperatura haya disminuido. Si se usa un refrigerador y las especies son norteamericanas (5º C como temperatura mínima), coloca una piedra que proporcione oxígeno. El refrigerador se deberá de preparar con dos semanas de anticipación antes de colocar a la tortuga, para ver que la temperatura sea completamente estable.
El Despertar
En el momento de despertar del letargo se aconseja lavar la tortuga, pesarla y sumergirla durante al menos media hora en agua tibia (25-30 º C). También habrá que controlar las posibles enfermedades desarrolladas durante el letargo, comprobar que no haya parásitos externos, tales como garrapatas, sanguijuelas, etc. y verificar que el animal no sufra hipovitaminosis A (falta de vitamina A) o cualquier otra carencia de origen alimentario. Durante los días siguientes al despertar, las tortugas tendrán que recuperarse y empezar a comer con regularidad. Si esto no ocurriera (anorexia posletargo), sería conveniente llevar al animal inapetente a que lo viera un veterinario experto.
Cuando se desaconseja la hibernación
Para imitar al máximo posible las condiciones naturales es fundamental permitir a las especies criadas que entren en letargo, sobre todo si se desea que se reproduzca una pareja.
Sin embargo el letargo solamente debe ser permitido en animales adultos y subadultos, con buena salud (con espaldar de 8-10 cm.) y ya adaptados al menos desde hace unos meses a la vida en cautividad; el letargo nunca debe superar las veinte semanas. En cambio, habrá que evitarlo en las tortugas recién nacidas (normalmente se deja que no realicen los dos primeros letargos), en los sujetos adultos pero recién importados o en los adquiridos sin las garantías necesarias y todavía no adaptados, así como en los que han tenido problemas de salud recientemente.
Estas tortugas pasarán el invierno como si estuvieran en cualquier estación cálida del año y en recintos colocados en el interior.
Si en algún momento se ve interrumpido el letargo, por error o aumento de la temperatura, se deberá aumentar, poco a poco, la temperatura, la luz, etc. y evitar que el animal vuelva a entrar en letargo.
Gentileza de Todo sobre Tortugas
La hibernación puede tener lugar en el exterior (por ejemplo, en un pequeño estanque en el jardín o en una pequeña terraza) o bien en el interior, en un local no caldeado, dentro de un contenedor con agua o con un sustrato húmedo.
En el caso de las tortugas norteamericanas y europeas adultas y subadultas, que tengan buena salud y que vivan al aire libre, se reducirá la alimentación con la llegada del otoño; los animales entrarán así, espontáneamente, en letargo, disminuyendo la actividad y pasando gran parte del día, en los períodos más fríos, en el centro del estanque, en el barro, donde el agua tiene más profundidad y no hiela (profundidades superiores a los 60cm.).
Si se tienen tortugas hibernando al aire libre, hay que acordarse de supervisar todos los días la superficie del estanque durante los períodos más fríos, y romperla cuando hiele: en cambio, es totalmente desaconsejado descongelar la superficie con agua hirviendo, porque se podrían crear zonas tibias que las tortugas ocuparían enseguida, lo cual podría provocarles afecciones respiratorias.
Durante el invierno, en los días menos fríos, la tortuga podría moverse y colocarse en zonas secas a tomar el sol. En cualquier caso hay que evitar alimentarla, ya que se le podrían provocar enfermedades gastrointestinales vinculadas a la falta de digestión, a la fermentación y a la liberación de enterotoxinas que podrían causar la muerte al animal.
Para las tortugas que viven en acuaterrario caldeado, en el interior, se reducirán en cambio de forma gradual la temperatura, las horas de luz y el alimento suministrado, hasta eliminarlo por completo. Antes del inicio de la hibernación en sí, las tortugas tendrán que ayunar durante 2-4 semanas (en función de las dimensiones del reptil, el período será más largo en las de gran tamaño), para tener más tiempo de vaciar el estómago y el intestino y evitar así peligrosas fermentaciones en la cavidad intestinal, que podrían causar patologías graves, incluso mortales.
En esta etapa cualquier tortuga (de las especies que necesiten hibernar) tendrá que ser colocada en un contenedor de plástico, un poco más grande que el animal, con una capa de agua que le permita sacar a la superficie los orificios nasales simplemente alargando el cuello. Estos recipientes tendrán que ser situados (incluso uno sobre otro si se les dejan aberturas en la parte superior de los laterales) en un local frío (por ejemplo, el garaje, un hueco bajo una escalera, la bodega o un sótano) en el que no haya ratones ni ratas (ya que estos podrían "asediar" al animal durante su período de vida latente invernal) a temperaturas medias comprendidas entre los 5 y los 10º C durante un período de 2-4 meses.
En épocas más frías se podrán aislar los contenedores con placas de poliestireno o colocarlos en cajas abiertas (sin tapa), también de poliestireno, que se pueden adquirir en los comercios de acuariología, las pastelerías y las heladerías. Una vez al mes habrá que examinar y pesar a los animales (normalmente pierden el 1-1.5% del peso corporal por cada mes de letargo), eliminar de la coraza la capa de algas y bacterias con un cepillito suave, agua, jabón de pastilla y, por tanto, cambiar el agua del contenedor, que tendrá que tener la misma temperatura que tenía antes. Pasadas siete u ocho semanas se podrá devolver a las tortugas a ambientes más cálidos, trasladarlas luego a sus acuaterrarios y, unos días más tarde, darles comida (inicialmente alimentos ligeros pero particularmente apetitosos), a una temperatura de 22-24º C.En vista de la importancia fundamental de la temperatura durante el letargo, resulta claro que es indispensable la presencia de un termómetro de mínimas y máximas en el local en el que los animales pasarán la estación más fría.
Un propietario puede preferir no hibernar a las tortugas jóvenes durante sus primeros dos inviernos, manteniéndolas en cambio bien abrigadas y atendiendo a sus necesidades como de acostumbre, con una temperatura de 24-28º C. Las tortugas jóvenes suelen ser demasiado delicadas para el estrés de un sueño invernal y pueden no sobrevivir ni siquiera en situaciones razonablemente controladas. Se ha sugerido que la tasa de mortalidad en las tortugas durante sus primeros dos años de vida es del 85%. Como no se las puede reproducir durante este período conviene tenerlas bien abrigadas y activas hasta que sus organismos adquieran la resistencia necesaria para soportar los rigores de la hibernación.
Éstas son dos maneras de preparar la hibernación artificial (para los países cálidos). Hay que seguir los pasos para vaciar su aparato digestivo y también la reducción de temperatura, luz, etc. La primera es la más parecida a la de su entorno natural, pero resulta más complicada para el propietario. Implica llenar un gran recipiente con agua y poner después en el mismo recipiente un sustrato de barro esterilizado de un espesor de 15-20 cm. Los recipientes más adecuados son grandes abrevaderos de plástico para caballos (200 litros), porque en ellos puede ponerse a hibernar a un buen número de ejemplares simultáneamente. O bien, si prefieres, puedes usar una serie de cajas (como las antes mencionadas). Esto puede convenir cuando se trata de especies más pequeñas y permiten la libertad de hibernar a cada ejemplar individualmente. La razón del barro es obvia (las tortugas acuáticas se enterrarán en él del mismo modo que lo harían en la naturaleza). Sin embargo es un sistema algo sucio, y puede resultar difícil para el aficionado, pero da a las tortugas una fuerte sensación de estar en su ambiente, lo que es especialmente importante si sus ejemplares han sido criados al aire libre (antes de su compra).
La segunda técnica es algo más sencillo y requiere el uso, nuevamente, de un gran recipiente para varios ejemplares o de recipientes más pequeños para parejas o ejemplares únicos. En este caso pondrá una delgada capa (de unos 2,5 cm.) de tierra para macetas, esterilizada, en el suelo del recipiente, encima pondrá las tortugas y finalmente cubrirá todo con una mezcla bien suelta de heno, musgo y tal vez algo más de tierra (con la certeza de que están libres de animales y parásitos), hasta que las tortugas queden a oscuras. Esto imita el modo de hibernar en tierra de algunas tortugas, y aunque se trata de una técnica reservada generalmente para las tortugas terrestres, también sirve para algunas tortugas acuáticas. Es un método bastante fácil para el aficionado medio y permite un mayor control de las tortugas durante el período de hibernación.
Una vez que se haya puesto las tortugas en su "hibernación" artificial, tiene que proporcionarles la temperatura adecuada (ya indicada anteriormente).
En algunos casos, en países donde es difícil conseguir la temperatura ideal para la hibernación, se tendrá que recurrir a sistemas de refrigeración algo costosos, pero que permiten una hibernación segura.
En todos los casos deberemos de cerciorarnos que el agua contenga oxígeno (donde se utilice agua), pues algunas especies de tortugas pueden absorber oxígeno a través de sus colas, conforme la temperatura haya disminuido. Si se usa un refrigerador y las especies son norteamericanas (5º C como temperatura mínima), coloca una piedra que proporcione oxígeno. El refrigerador se deberá de preparar con dos semanas de anticipación antes de colocar a la tortuga, para ver que la temperatura sea completamente estable.
El Despertar
En el momento de despertar del letargo se aconseja lavar la tortuga, pesarla y sumergirla durante al menos media hora en agua tibia (25-30 º C). También habrá que controlar las posibles enfermedades desarrolladas durante el letargo, comprobar que no haya parásitos externos, tales como garrapatas, sanguijuelas, etc. y verificar que el animal no sufra hipovitaminosis A (falta de vitamina A) o cualquier otra carencia de origen alimentario. Durante los días siguientes al despertar, las tortugas tendrán que recuperarse y empezar a comer con regularidad. Si esto no ocurriera (anorexia posletargo), sería conveniente llevar al animal inapetente a que lo viera un veterinario experto.
Cuando se desaconseja la hibernación
Para imitar al máximo posible las condiciones naturales es fundamental permitir a las especies criadas que entren en letargo, sobre todo si se desea que se reproduzca una pareja.
Sin embargo el letargo solamente debe ser permitido en animales adultos y subadultos, con buena salud (con espaldar de 8-10 cm.) y ya adaptados al menos desde hace unos meses a la vida en cautividad; el letargo nunca debe superar las veinte semanas. En cambio, habrá que evitarlo en las tortugas recién nacidas (normalmente se deja que no realicen los dos primeros letargos), en los sujetos adultos pero recién importados o en los adquiridos sin las garantías necesarias y todavía no adaptados, así como en los que han tenido problemas de salud recientemente.
Estas tortugas pasarán el invierno como si estuvieran en cualquier estación cálida del año y en recintos colocados en el interior.
Si en algún momento se ve interrumpido el letargo, por error o aumento de la temperatura, se deberá aumentar, poco a poco, la temperatura, la luz, etc. y evitar que el animal vuelva a entrar en letargo.
Gentileza de Todo sobre Tortugas
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